Paranormal Sevilla  19 jul 2020

Misterios en Sevilla: fenómenos paranormales en Tocina

En esa búsqueda por todo lo misterioso, por lo todo lo inexplicable, llegamos a una localidad sevillana llamada Tocina y Los Rosales, a unos 42 kilómetros de la capital. Allí una familia iba a encontrar en el hogar de sus sueños el motivo de sus pesadillas.

No estoy autorizado a divulgar su identidad ni ubicación exacta, pues siguen viviendo en el domicilio afectado -sin pocas opciones a una mudanza- y no quieren que su hogar se conozca como «la casa del terror» como ellos, en alguna ocasión, la han denominado.

A poco de mudarse comenzaron a materializarse unas terribles pesadillas en Carmen, nuestra protagonista. Por ejemplo, una noche comenzó a percibir un fuerte y desagradable olor. Buscaron la causa y lo achacaron a la antigüedad de la casa.

Tras aquel primer incidente, durante el transcurso de una cena la familia [su marido Ángel y la niña pequeña de ambos] escucha como una puerta se cierra con violencia y, seguidamente, el televisor comienza a cambiar rápidamente de canal. Mientras ella trata de parar el aparato, Ángel inspecciona la habitación donde se ha cerrado la puerta, comprobando como de ella sale un frío gélido que, según sus propias palabras, «ponía los pelos de punta». Al mismo tiempo, la niña comienza a llorar y señala al techo. El matrimonio ve como la lámpara se balancea levemente.

Pensaron que sería la corriente de aire la que provocó que se cerrase la puerta y ese notable frío, pero curiosamente todo estaba cerrado en la casa al ser el mes de diciembre y estar a una temperatura cercana a los 4ºC.

Testigos de lo imposible

Convencidos de que esa fue la razón de ese incidente prosiguieron su vida, hasta que una noche se vieron de nuevo asaltados por lo extraño.

La puerta de aquella habitación volvió a cerrarse. El matrimonio se despertó, y aunque la niña dormía aún junto a sus padres aquello no alteró su descanso. Él se levantó a mirar y al tratar de abrir la puerta, no pudo. «Algo me lo impedía, por mucho que empujaba para abrirla era como si algo la bloqueara», recuerda.

Lo peor iba a suceder a continuación: «entonces fue cuando comencé a sentir como si dentro hubiera alguien, como si alguien estuviera diciendo unas palabras que no podía entender. Pensé que podían haber entrado ladrones, pero aquella habitación da a la calle y tiene rejas. Es difícil que alguien elija ese acceso para entrar en la casa a robar, es el más improbable. Aquella voz me inquietaba», detalla. Cuando nuestro aterrado testigo iba a llamar a la policía el fenómeno cesó, como si fuera inteligente, y la puerta se abrió. Todo estaba en orden en su interior, nada parecía haber pasado.

Ángel prefirió guardar silencio sobre lo ocurrido, no quería alarmar más a su familia. Pero durante su trabajo recibió una llamada de su esposa, aterrada pues en la habitación los cajones del armario y sus puertas se habían comenzado a abrir y a cerrar mientras la temperatura había bajado súbitamente, y podía escuchar voces que la llamaban por su nombre.

«Ven, ven, repetían sin parar, como si quisiera que fuera allí por algún motivo. Yo fui al principio porque me llamó la atención el rechinar del ropero y estaba en la habitación de al lado. Creí que era mi hija, pero al llegar descubrí que la niña estaba en su sillita, en el salón, y que en la habitación no había nadie. Fue cuando se abrieron todas las puertas y cajones solos, y corrí junto a la niña observando y escuchando desde allí todo».

Fenómenos extraños

Así, decidieron ponerse en contacto con las personas que nos dedicamos al estudio de este tipo de fenómenos.

Una vez llegados a la casa realizamos diferentes mediciones. Las pruebas de temperatura registraban variaciones, pero no indicativas de nada anormal. Igualmente normales fueron las mediciones de campo electromagnético y de posible presencia de infrasonidos o ultrasonidos que estuvieran perturbando la percepción de la familia. Sería una de las muchas visitas al hogar afectado.

La noche fue larga. las cámaras de vigilancia estaban ubicadas junto a todo el equipo, presto a captar cualquier incidente inexplicable. Todo resultó normal hasta que a las 4:17 horas se abrió una de las puertas del armario y se volvió a cerrar, de forma antinatural. La variación de temperatura registró una caída de 7ºC y el medidor de campo se alteró. Producto de la apertura de la puerta los detectores de presencia saltaron inquietando por su sonoridad a todos los presentes y alertándonos de posibles hechos que le sucederían.

Se comenzaron a realizar pruebas psicofónicas, y la «Spirit Box», controlada por mi compañero de investigación, comenzó a dar mensajes. Concretamente las palabras «juego, muerte, difunto, Manuel». Todo ello nos llevó a nuestra propia hipótesis, aunque fue Ángel quién nos comentó que el anterior propietario tenía un hijo que «solía hacer la ouija y que ese debió ser su dormitorio».

Localizamos al anterior propietario, quién nos comentó que, en efecto, su hijo decía hablar con los muertos. «Hacía ouijas. Pero eso ya pasó, una fiebre de esas de juventud, ahora está todo el día liado con el Whatsapp. Quizás algo despertó en aquella habitación con la presencia de esta familia, algo que aún no han podido desvelar o que, por vergüenza, no nos han querido contar».

Carmen es muy devota y ofreció una novena y velas a los Santos Patronos, San Amiano, San Océano, San Teodoro y San Juliano, igualmente al Santísimo Cristo de la Vera-Cruz.

Los incidentes no se han vuelto a repetir, quizás por los consejos de «no hacer espiritismo en su casa sin estar asesorados», ante la sospecha de que Ángel hubiera practicado ouija en aquella habitación mientras se acondicionaba y pintaba la casa antes de habitarla.



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