Chico entre sombras continuas proyectadas en el gozo de la avenida
todo ardiente reprimido con lazos de porcelana tiranía y amarga desazón
me buscas sin hallarme en cada esquina de las miradas perdidas que te contemplan
como avergonzado satélite despides vueltas alrededor de tal deshonesta estrella
De mi boca no puede salir palabra alguna que riegue tierra antigua
o calme reseco corazón en medio de la sequía que mar nihilista no acalla
pues soy no concebida en la oscura tripa de indeterminado porvenir de las ánimas
imagino en tus pupilas baldías cuán feo e inhóspito debe ser el mundo sin mi presencia
De una sola mirada me esbozas tras las templadas ventanas en torre de corrientes
o allá en alta azotea donde los verdaderos monarcas se coronan reyes de cierta realidad
creyendo quizás sentir los remotos pasos de mi pasada presencia en aquellos lares
como si por un momento pudieramos reencontrarnos a contracorriente de las esencias del propio tiempo y romper las normas de terrible presencia bien establecida
La mente llora y el cuerpo paralizado queda cuando el estigma se revela
marca demoníaca de contraseres te alcanzo a entregada ser
¿acaso no es su Distorsión a pagar el precio por poder en cierta manera seguir vislumbrándome?
Recuerda que el origen de hasta ahora todo mi Yo siempre has sido Tú en la tormenta
¿Qué hariás si más allá de la última tempestad adivinaras mi efigie tras las olas que nunca terminan? ¿Qué sentirias si escucharas cálida Palabra por vez primera de mi propia boca?
La Palabra siendo Verbo y el Verbo retornando a hermosa expresión de manera simultánea, dulce ambivalencia que tanto daría por ser testigos, juntos, los dos, más allá de este oscuro valle de luces al crepúsculo hiriente...