La vida me ha enseñado que mientras más disfruto para mí, menos vivo para lo que dirán los demás. La vida es única e irrepetible, eso ya lo sabemos, pero unos cuantos no logran entenderlo y gastan su tiempo en querer impresionar a personas que ni conocen o a personas que no desean verle triunfar. Aquellos que nos aprecian de verdad no necesitan que le presumamos vanidades, nos amaran si vestimos de Oscar de la Renta o si solo llevamos una camisa comprada en una rebaja. Es por eso sé que quién de mucho presume, de mucho carece. Pues carece de amor propio, de amigos verdaderos, pero sobre todo de sabiduría para disfrutar la vida.