Ruina abyecta de tu impérito rostro, manos mancilladas en corrompido elemento
Tú y nadie más, los culpables de avieso crimen, la destrucción súbita del sueño
El único que una vez nos acogió y la pena mereció
Ahora se cierne sobre tu espalda quebrada por el peso de la culpa repentina sensación
Una no dulce muerte, todo cuanto a partir de ahora es la esquina aguarda
No me toques por nunca jamás
Nunca más me mires con esos infestos ojos de engaño y debilidad
No mancilles el remanente de unas vidas no vividas con tu oscuro corazón
El asesinato permanece en el silencio de una noche que no conoce fin
Nadie tal vez conocerá nunca la gravedad de tus pecados concebidos
Mas no te inquietes pues yo lo sabré en la cruenta tiniebla
En existencia paralela por mucho que esta viérase alargada de indefinida forma
Olvidaría yo la impronunciable acción, la zarpa vil que acabó con mi amada figura
Mi rosa de la mañana marchita, hermana no concebida, alma sin fuego prendido
En la negrura tu perfidia me ha dejado huérfano por una eternidad entera.
En las planicies de una horrible tranquilidad aparente tu mal se extiende
Por ese doquier que pretendí conocer, explorar por siempre juntos
Has echado a perder un mundo en su conjunto, secando las aguas de mis ojos
Agrietando la tierra de mi corazón seco como ente ruin que siempre fuiste
Y nada más, nada por siempre jamás me depararás diferente he de asumir
Pues esa siempre ha sido tu naturaleza como primigenio Mefisto de mente rota.