Intercambio idiomas Sevilla  10 may 2018

Carta vacía e inmediata huida a posteriori

A quién le importune o pretenda afectarle:

Al alma ajena que entre la bruma, niebla de mis ojos, haya creído que cierta verdad posee:

Nunca quise que me salvaras en el día de hoy

Nunca pretendí que te interesaras por mí influida por la pena hacia lo extraño, obscuro

Mesías fallido entre una multitud en el cemento urbano jamás soñé que fueras

O sonrisa de cartón dedicada en medio del ruido de ese torrente mental de emociones a medio desentrañar

No...

Tan solo esperaba por una simple oportunidad , sin artificio decorada en el silencio

Aquél que unicamente se puede obtener de la utopía de unos corazones sin prejuicio

Sin haber sido quemados, quebrados... por ese recelo y miedo que sabemos que a cada paso se nos oculta entre las sombras de este mundo.

¿Tan remota se te antoja mi voz? ¿Tan ininteligibles estas palabras que ahora me estás leyendo?

En algún momento del camino el hilo divergió y ahora ya es tarde para pretender que tenemos algo que contarnos. Tus sueños han derivado tanto de los que yo mismo pudiera aspirar a alcanzar que ya no tiene sentido continuar esta conversación.

Y es que somos aves de diferentes especies. Siempre lo fuimos aunque ahora esté de moda negar tal cosa.

¿Que hay de aquellos pajaros que alzan su vuelo a los alíseos más excelsos allá en lo más alto de los confines del cielo?

La mayoría son abrasados por su osadía por el sol y precipitan muertos a toda velocidad hacia el suelo para jamás volver a alzar el vuelo.

Algunos...

Algunos cuentan que lo consiguen y se tornan leyendas, mitos inmortales que surcan el firmamento por el globo entero para el asombro de aquellos que dicen presenciarlos, en la lejanía, allende los mares, costas, montañas, bosques y senderos, más allá incluso del propio azul del cielo.

Ala rota, solamente una se antoja insuficiente para llegar a una cota tan lejana.

Quisiera llegar a ese punto donde uno del planeta parece escapar y la gravedad, junto a todo lo malo que dejamos atrás difuminarse parece.

Tal vez allí podría llegar a comprender el misterio que tu existencia entraña como alguno dicen haber hecho allí donde la tierra deja de tener sentido y la tiniebla total es abrazada como la verdad absoluta que resulta ser.

Posible, seguramente no sea ya para mí tal anhelo pero no por ello podré dejar de sentirte, como mero mortal de partidas emociones, aquí, a ras de mediocre suelo del cual, en realidad, nunca llegué a separarme...

Lo siento mucho. Mi incompetencia me impide siquiera llegar a conocerte tal y como una vez soñamos, esbozamos en la arena de la playa de manera tan pueril e inocente.

Demasiadas esencias opacas e inciertas en un corazón desgastados por los envites de un no haber, no ser, no estar, puro no existir...





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