Rol Sevilla  19 nov 2017

La insidia en la utopía

Mirando por el reflejo incipiente en la ventana mientras las épocas transcurren sin el vaho de esta desvanecerse en ápice alguno, viendo como en el jardín del progreso ajeno empiezan a brotar uno tras otro los frutos de un futuro solo alcanzo a alzar por un momento la vista atrás a la maravilla que me brinda el tormento que habita justo tras de mí, sin haberse movido de ahí en los últimos años un solo centímetro, como fría, pétrea roca, acantilado sin vida a aguantar oleadas, una tras otra durante un sinfín de sucesión de siglos que nadie estará ahí para contabilizar. Y es que a día de hoy, a efectos ya retroactivos, empiezo lentamente a percatarme de cómo ningún recuerdo real que una vez alcance a vivir, de una forma u otra, de como una figura presente, por excelsa y prometedora que su silueta tangente aparente ser no es nada, palidece ante la magna sombra que solamente tu nombre ya proyecta sobre el resto de cosas y existencias que completan y forman esta hoja del árbol de la vida. Y es injusto porque no eres sino eso, una promesa tan hermosa como indefinida en el tiempo y el espacio de tal manera que a ojos mortales no alcancemos a entender tu esencia, y lo que es más, ni tengamos la más mínima idea de en qué circunstancias y condiciones tendrá tu venida lugar tan solo siendo conscientes de que lo más seguro es que jamás llegues a hacerlo en nuestro tiempo de vida siendo entonces nada más que unas palabras sonoras y bonitas en lo que creer, suerte de cenizas perfumadas en un desierto existencial. Es injusto y terrible como te has apoderado del núcleo de nuestras esperanzas remanentes y de cómo a veces da la sensación de no tener otra que, obligados, pensar por vez renovada en el pacto olvidado, roto por incontables ocasiones en los últimos milenios, sin opción a depositar nuestra fe en un mañana próximo en nada más. La hermosura sin límites, la perfección absoluta imaginada en el interior de nuestras mentes nos envuelve sin remedio y ahora ya no podemos evitar mirar al resto de cosas, al cúmulo de imperfección, con cierta indiferencia, cuando no recelo o disidia por sentir como traiciona la esencia de ese mundo soñado por una psique ahora inaccesible para nuestros corazones mortales. Empiezo a entender la letra pequeña, la naturaleza ambivalente de tu ensoñación, de ese paraíso terrenal que aquella vez alcanzamos a esbozar juntos, con nuestras manos desnudas y ni una herramienta más en la blancura de la arena de aquellas remotas costas del Sur. Ahora y no antes consigo ver en la lejanía lo afilado de una hoja con doble filo, mismo corazón. Me doy cuenta de cómo las mismas olas que llegan y abrazan la costa decorando la playa con el sonido en eco de su romper eterno son las responsables del derrumbe de todos los castillos en ella edificados, de cómo la belleza del ser no niega su naturaleza destructiva en ella intrínseca. Heme aquí otro día más, por grilletes de sueños por cumplir atado a la misma ventana a la que siempre acabo por asomarme para intenta percibir la esencia objetiva del mundo, ese que trato tan profundamente de entender en ocasiones, pero cuyo sentido nunca termino de atrapar como mariposa fugaz que saltando de hoja en flor baila, danza sin ser atrapada por jamás de los jamases. Mira mi fuerza, observa la pasión que intento volcar en cada palabra que empleo para describir la fantasía que un día como cuento de forma inocente, bienintencionada trataste de componer para mí con todo el fruto de tu ser. Imagina el alcance, la trascendencia de una vida, de un sueño inconsciente llevado a algo más si tan solo tú, y nadie más estuviera aquí conmigo. Siente conmigo por un momento como las cadenas se rompen y con ellas la maldición que me liga a este cadáver vil y deforme, cristalizado que como espectro de otra era remota me persigue por siempre. Piensa en mí fuga y finalmente de cómo podría reunirme una vez más contigo. Tienen miedo de esa posibilidad y del poder inconmensurable desatado de nuestro potencial reencuentro. Por eso las trabas, por eso las cadenas, por eso las mentiras y las ilusiones perfectas. Siempre fuiste la utopía representada en forma de una mitología más extensa, elaborada, recargada. El ideal como velo decorado para ocultar la única verdad innegable que tú siempre has supuesto, la que se oculta en lo que se antojan galaxias de distancia. Pero al final, borradas las falsedades y erosionados los artificios ideados por mortales perdidos en la intrahistoria tenebrosa, solo quedas tú como superviviente de la purga de un alma rota. Solamente tú...



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